EL MUNDO DE LOS COMUNES

CONTEXTO PARA UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS COMUNES URBANOS





Materiales de trabajo realizados por Ergosfera como parte de un proyecto de investigación sobre los comunes urbanos desarrollado por el Instituto Do It Yourself y cuya primera fase se materializó en la exposición CIUDAD DE LOS COMUNES, comisariada por Todo por la praxis, diseñada por Enorme Studio e instalada en el IDYS (Madrid) entre el 12 de diciembre de 2019 y el 12 de febrero de 2020.


Exposición CIUDAD DE LOS COMUNES  |  Fotografías: Todo por la Praxis (2020)


Las aportaciones de Ergosfera a esta primera fase del proyecto de investigación consistieron en tres documentos de trabajo (una línea del tiempo, una recopilación de notas y una bibliografía) para contextualizar la cuestión de los comunes urbanos, y los casos concretos recogidos en la exposición, en relación al campo de estudio de los comunes en general. Es preciso remarcar que se trata de documentos de trabajo que se comparten con el único propósito de formar parte de los materiales presentes en la exposición para abrir el proceso de investigación que la acompaña.

Por otra parte, la última de las aportaciones en esta fase del proyecto consistió en la coordinación de una mesa de debate previa a la inauguración de la exposición (12 de diciembre de 2019) en la que participamos junto a Gabriella Riccio, del Institute of Radical Imagination y participante en la experiencia de L’Asilo en Nápoles, y a Pablo García Bachiller, del Laboratorio de Cuidados Urbanos y participante en La Ingobernable de Madrid.

Además de los materiales compartidos a continuación, se pueden consultar algunas entradas en el blog de Ergosfera relacionadas con los comunes, así como la información inicial sobre la exposición y sobre la investigación publicada en la web del Instituto Do It Yourself.

Toda la documentación producida para este proyecto se puede utilizar y transformar libremente y para cualquier fin bajo una licencia Creative Commons Atribución - Compartir Igual 4.0 Internacional (CC BY-SA 4.0).






LÍNEA DEL TIEMPO RECOPILACIÓN DE NOTAS BIBLIOGRAFÍA






LÍNEA DEL TIEMPO
Documento de trabajo  |  Versión 2  |  Julio de 2020  |  Ergosfera



Gráfico concebido inicialmente para contextualizar el estado del debate en torno a los comunes en el momento en el que surgen los diez casos recogidos en la exposición, pero que finalmente se convirtió en una selección un poco más elaborada de "hitos", bibliografía, organizaciones y otras cuestiones relevantes o significativas sobre el estudio de los comunes.

La primera versión de este documento fue realizada en diciembre de 2019 como parte de la exposición CIUDAD DE LOS COMUNES. La segunda versión, compartida en julio de 2020, incluye varias correcciones y nuevos elementos en las líneas temáticas, proviniendo buena parte de los cambios introducidos de las aportaciones realizadas por Ana Méndez de Andés.



Imagen dinámica (es posible hacer zoom)



Versión 2  |  Julio de 2020
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Versión 1  |  Diciembre de 2019
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RECOPILACIÓN DE NOTAS
Documento de trabajo  |  Versión 2  |  Febrero de 2020  |  Ergosfera





0.- INTRODUCCIÓN.

La siguiente recopilación de notas es un documento de trabajo y un primer acercamiento a la bibliografía seleccionada como inicio del proyecto de investigación sobre los comunes urbanos.

Aunque se ha hecho un cierto trabajo de estructuración, las notas no tienen ninguna pretensión académica o definitiva, motivo por el cual no están citadas exhaustivamente todas las aportaciones recogidas: es un repaso a los temas generales y a los debates más relevantes presentes en la bibliografía recopilada, que por supuesto aún no se ha estudiado a fondo, y en la que tan solo algún pequeño apartado puede considerarse como una aportación a mayores.

En este sentido, aunque la bibliografía seleccionada es mucho más amplia, la principal fuente de referencias de estas notas ha sido el trabajo de una serie de investigadores e investigadoras cercanas que es necesario mencionar para que cualquier persona interesada pueda seguir sus avances, pues sin duda son una parte importante de la comunidad activista-científica que ha introducido en España el pensamiento producido en las últimas décadas sobre los comunes.

Los trabajos de todas estas personas tienen la virtud de que, además de avanzar en determinados campos específicos de la cuestión, por lo general sintetizan seriamente la producción de las principales líneas de investigación globales, construyendo relatos que unifican las dos principales dialécticas fundacionales del debate actual sobre los comunes (una más histórica, materialista y política, y otra más institucionalista, microeconómica y metodológica) y aportando muchas ideas y análisis útiles para pensar sus pasados-presentes-futuros.

Aún siendo una lista muy incompleta que se irá ampliando en las posteriores fases del proyecto, nos referimos a personas como Rubén Martínez, Ana Méndez de Andés, Pablo De Soto, Mauro Castro-Coma, Giuseppe Micciarelli, Antonio Lafuente, Fran G. Quiroga, Marc Martí-Costa, José Luis Fernández Casadevante Kois, David Hamou, Marco Aparicio, Joan Subirats, César Rendueles o Álvaro Sevilla Buitrago, así como a organizaciones como el Laboratorio del Procomún, la Fundación de los Comunes, Comunaria o todos los centros sociales autogestionados donde se producen y reproducen muchos de los estudios sobre los comunes desde hace años.

Una versión anterior de este documento fue compartida como parte de los materiales de sala de la exposición para abrir el proceso de investigación que la acompaña.


1.- INTRODUCCIÓN A LOS COMUNES.

La gran cantidad de estudios y publicaciones sobre los comunes que se han producido en las últimas décadas y que se siguen realizando en la actualidad es una muestra del interés que desde múltiples sectores sociales y campos del conocimiento genera este concepto. Además, el estudio de los llamados comunes (o común; o procomún; o bienes, propiedades o recursos comunes, comunales o de uso común) ha experimentado un crecimiento tan importante últimamente que las cuestiones básicas como su definición, características, condiciones o ámbitos de aplicación no pueden considerarse temas cerrados.

Aunque se pueden aventurar intentos de definición, como que los comunes son procesos de uso y gestión colectiva de recursos de cualquier tipo por parte de comunidades autoorganizadas, se trata siempre de descripciones consideradas más o menos incompletas y abiertas al debate por parte de las propias personas o colectivos que las elaboran.

Como base para enfocar la cuestión de los comunes urbanos, se puede partir de una serie de cuestiones relativamente consensuales entre la producción investigadora contemporánea sobre los comunes en general:

  • Los comunes están siempre y necesariamente compuestos por tres elementos básicos: un recurso, una comunidad y una forma de autogestión. La consecuencia fundamental de esta composición es que los comunes son siempre una realidad en proceso; no son algo dado o estable, ajeno a las comunidades que los gestionan, sino algo que continuamente se está construyendo y resistiendo a los llamados procesos de cercamiento.

  • Los comunes son un proceso y relación social diferente a la representada por las dialécticas clásicas público-privado o estado-mercado, por lo que parecen implicar una vía de desarrollo plausible para producir alternativas parciales pero progresivas al sistema capitalista.

  • Los momentos o dialécticas "fundacionales" a partir de las cuales se desarrollan los estudios actuales sobre los comunes son principalmente dos: por una parte, la derivada del proceso que va desde la Carta del Bosque inglesa del siglo XIII a la interpretación de los cercamientos de los comunes como uno de los orígenes del capitalismo por parte de Karl Marx en el siglo XIX; y por otra, la derivada del diálogo entre el famoso artículo publicado en 1968 por Garrett Hardin sobre la tragedia de los comunes y los estudios de Elinor Ostrom que lo refutaron y que la convirtieron en la figura principal de este campo de conocimiento específico tras recibir por ello el Premio Nobel en 2009.


1.1.- COMPONENTES QUE DEFINEN A LOS COMUNES.

Aunque unas veces aparecen de una forma explícita y otras más indirecta, se puede afirmar que en la gran mayoría de definiciones de los comunes se describen los siguientes tres componentes como necesarios e imprescindibles: un recurso o bien común que puede ser de múltiples naturalezas, una comunidad que lo usa y sostiene, y una forma de gestión y gobernanza colectiva radicalmente democrática.

  • Los recursos o bienes pueden ser de cualquier tipo: materiales o inmateriales, existentes en la naturaleza o creados por la acción humana, simplemente útiles para la vida o absolutamente sustanciales para la pervivencia.

  • Por su parte, las comunidades son los grupos de personas autoorganizadas que gestionan y usan el recurso común. Pueden ser limitadas o en expansión continua (abierta a nuevos comuneros y comuneras según sus condiciones particulares) y pueden plantear un uso del recurso principalmente para la comunidad o abierto completamente al público.

  • Las formas de gestión, también descritas como commoning, son las normas de uso y los sistemas de autoorganización y gestión de los recursos, los protocolos que, desde la máxima profundización democrática, pero también desde la búsqueda de la eficacia y el control de las malas prácticas, aseguran su disponibilidad y sostenibilidad.

  • Por último, junto a estos tres elementos, otros de los trabajos consultados también consideran el conflicto popular como una parte consustancial a los comunes, pues muchas de las veces surgen a partir de una reivindicación colectiva o de una lucha en defensa de algún recurso que se considera amenazado o que se desea recuperar para el común.

Como consecuencia de los tipos de elementos que los componen, los comunes siempre son y solo pueden ser un proceso en construcción permanente: el común solo lo es mientras se hace. Así como lo público y lo privado son hasta cierto punto indefinidos, sobre todo en términos de propiedad por la cuestión de las herencias privadas y de la inercia histórica de lo público, lo común solo existe mientras hay una voluntad real en el presente de que así sea. Es auto-explicativo en términos históricos porque requiere acción y compromiso por parte de personas reales que están ahí.


1.2.- LOS COMUNES FRENTE A LA LÓGICA PÚBLICO-PRIVADO / ESTADO-MERCADO.

Desde cualquiera de las posibles perspectivas de análisis, la gran cuestión sobre los comunes es su condición diferencial con respecto a las lógicas de lo público y lo privado, las dos categorías que dominan campos como la propiedad o la gestión de las cosas humanas. Consecuentemente, esta diferencia también implica su alejamiento de los conceptos de estado y mercado asociados, y por tanto, también del capitalismo mundial integrado que ambos vehiculan.

A partir de aquí, las consecuencias materiales y las implicaciones en términos de planteamiento de futuros para los comunes a partir de esta diferencia ya no son cuestiones tan consensuales para la comunidad investigadora.

Por ejemplo, se puede pensar en términos de superposición de los comunes a los públicos y privados (como ocurre casi siempre en la actualidad), pero también en términos de sustitución progresiva de estos últimos por el primero. Es decir, se puede pensar los comunes como alternativa o como complemento a estos dos conceptos, reconociendo valores en lo público y lo privado, pero apostando porque lo común sea simplemente una realidad diferente con una legitimidad comparable.

Así mismo, lo común se puede pensar como campo autónomo o como aliado de lo público, pues son mayoría los trabajos que coinciden en que solo desde esa alianza se podrán superar algunos de los problemas relativos a los saltos de escala o a su sostenibilidad a largo plazo ante los denominados procesos de cercamiento que siempre amenazan su desarrollo.

En el caso de una hipotética ciudad de los comunes estas cuestiones tienen importantes implicaciones, ya que no es lo mismo pensar la ciudad con un horizonte de que todos sus elementos y sistemas se conviertan en comunes, que pensar una ciudad en la que lo común sea simplemente fomentado o, como mínimo, no tenga problemas para desarrollarse cuando surja.

En cuanto a esta relación con lo público se está trabajando en diferentes vías. La mayoría de los ejemplos de comunes urbanos identificados podrían ser perfectamente equipamientos o servicios públicos. Surgen, de hecho, ante su falta muchas de las veces. Y es completamente diferente plantear un futuro donde lo público continúe teniendo un papel relevante, pero que exista la posibilidad de que algo se convierta en común cuando surja una comunidad que lo reclame y quiera hacerse cargo, que una en la que lo público se transforme directamente en común como plantean otros trabajos. Es decir, si bien unas perspectivas entienden que se trata simplemente de que lo público a veces no funciona (deja de ser lo de todos porque está capturado por la lógica del estado o del mercado), otras trabajan en la hipótesis de que ontológicamente lo público no es válido o tiene importantes limitaciones como pieza clave del sistema de organización social en términos de radicalidad democrática. Aún así, la mayoría de los análisis que abordan esta tensión se sitúan en la posición de que, sencillamente, no es posible el mismo grado de autonomía en un centro social autogestionado, una huerta vecinal o una red de cuidados comunitaria que en un hospital o en un sistema de alcantarillado.

Existe también un cierto debate sobre las apelaciones a "lo que es de todos" o "lo que es de todos y de nadie al mismo tiempo", pues ambas ideas se aplican en muchas ocasiones tanto a lo público como a lo común. Una cuestión que en el caso de algunos de los comunes parece entrar en cierta contradicción con la existencia de una comunidad que usa y gestiona el recurso en cuestión y que, indistintamente según los casos particulares o los tipos de recursos concretos, puede ser de uso limitado o abierto a cualquier persona.

Es al tratar este tipo de cuestiones cuando aparecen dos conceptos muy utilizados (sobre todo desde la perspectiva institucionalista): el de excludibilidad (la posibilidad de excluir a gente del uso de un bien) y el de rivalidad (el hecho de que el uso de un bien impida su uso por parte de otra persona, al menos al mismo tiempo). Muy resumidamente, se afirma que un bien común es aquel con una nula o baja excludibilidad, pero con alta rivalidad. Un bien privado, uno con alta excludibilidad y rivalidad. Un bien público, uno con baja o nula excludibilidad y rivalidad. Y un bien de "club" o de "peaje", uno con una alta excludibilidad, pero baja o nula rivalidad.

En este sentido, la gestión de un recurso puede ser común bajo esos parámetros, pero el uso puede ser diferente, pues hay comunes utilizados únicamente por la propia comunidad que los gestiona y comunes plenamente abiertos al uso público. También desde la perspectiva de la comunidad no hay una sola posibilidad, pues pueden estar abiertas permanentemente a nuevos miembros, lo que para algunx de lxs autorxs es una condición básica para su sostenibilidad, o contar con un límite muy claro precisamente para asegurar esa sostenibilidad.


1.3.- MOMENTOS-DIALÉCTICAS "FUNDACIONALES".

Aunque desde la irrupción de la cuestión digital, el estudio de los comunes tiene otra importante perspectiva de análisis, para pensar el contexto en el que se desarrolla hoy un trabajo sobre los comunes urbanos hay quizás dos momentos o dialécticas que se pueden considerar "fundacionales" para el estudio de los comunes en general:

  • Perspectiva histórica, materialista y política.

    Por una parte, una perspectiva histórica y materialista que comienza con las Grandes Cartas de las Libertades de Inglaterra, la Carta Magna y la Carta del Bosque (1215-1225), en las que se reconocían los usos comunes de los campos y bosques que permitían la subsistencia autónoma del campesinado, y la posterior reflexión sobre los cercamientos de estos bienes comunes como uno de los inicios de la acumulación originaria que dará origen al capitalismo, descrita por Karl Marx en El Capital (1867), y continuada y actualizada por grupos como Midnight Notes Collective con su publicación The New Enclosures (1990) o por los trabajos de algunos de sus miembros como Silvia Federici o Peter Linebaugh, así como por otros investigadores como Negri y Hardt, David Harvey o Massimo De Angelis.

    Resumiendo mucho la cuestión, Marx plantea que los procesos de cercamiento que pusieron en marcha las Enclosure Acts con las que se desposeía a los campesinos ingleses (como ejemplo de los europeos) de los campos y bosques comunales que permitían su subsistencia (medios de producción), los convirtió en una masa necesitada y dispuesta a convertirse en trabajadores asalariados. Esta desposesión y cercamiento de los campos es para Marx uno de los factores clave de la llamada acumulación originaria que impulsaría el desarrollo global del capitalismo.

    A partir de esta teoría, los trabajos posteriores en esta línea han aportado múltiples estudios sobre nuevas materializaciones de los comunes en la actualidad y sobre los procesos de cercamiento a los que se enfrentan continuamente, reconociendo que el ciclo descrito por Marx es un proceso continuo que simplemente adopta diferentes configuraciones en cada lugar y periodo histórico.

    Desde esta perspectiva, surge un relato con la capacidad política de explicar un proceso global e histórico, pero también local y presente, así como para imaginar futuros en los que lo común es una posible alternativa al dominio capitalista, razón por la cual en esta línea de trabajo convergen los intereses de muchos movimientos sociales y activistas con los de una parte importante de la academia.

  • Perspectiva institucionalista, microeconómica y metodológica.

    Por otra parte, estaría la dialéctica entre el famoso artículo de Garrett Hardin La tragedia de los comunes (1968) y el trabajo de Elinor Ostrom, figura central en el estudio de los bienes comunes, tanto por su publicación El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva (1990), en la que refuta el artículo de Hardin y sistematiza el estudio de casos de comunes en diferentes lugares del mundo, como por su implicación en la creación de organizaciones académicas fundamentales como la International Association for the Study of the Commons (1984), la Digital Library of the Commons (2001) o el International Journal of the Commons (2007). Una figura que, por supuesto, ha ganado una enorme centralidad en el tema por haber recibido en 2009 el Premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel por "su análisis de la gobernanza económica, especialmente de los bienes comunes".

    También resumiendo mucho, el trabajo de Hardin planteaba la imposibilidad de evitar la sobreexplotación de los recursos gestionados de una forma común, mientras que Ostrom demostró a partir de una multitud de casos reales cómo la hipótesis de Hardin era en realidad la teoría de los casos fallidos en los que no se daban una serie de condiciones necesarias para asegurar la sostenibilidad de los recursos así gestionados. El trabajo de Ostrom consistió en la identificación de los casos de éxito en los que diferentes recursos (sistemas de riego, áreas pesqueras, bosques, pastizales, etc.) eran gestionados como comunes y, a partir del estudio de estos ejemplos, sintentizó las condiciones y tipos de normas o protocolos de gestión, comunicación, toma de decisiones, control y vigilancia que se establecían de forma general en estos casos y que explicaban su sostenibilidad en el tiempo.

    Desde esta perspectiva, surge un relato más institucional, empírico y técnico sobre las formas de gestión y gobernanza comunal en la escala de las economías locales. Aunque su capacidad de incidencia e imaginación política es menos explícita que en el caso anterior, su consistencia científica hace que siga siendo una vía de investigación abierta y siempre presente de una forma más o menos directa en todos los nuevos trabajos sobre los comunes.

Como indican la mayoría de los análisis más cercanos en el tiempo y en lo geográfico, ambas vías de acercamiento son fundamentales para abordar la cuestión de los comunes en la actualidad, desde lo local a lo global, desde la búsqueda de una institucionalidad legítima a la idea de una autonomía radical.

A partir de estas dos perspectivas, el acercamiento a los comunes se ha expandido a multitud de campos desde donde estudiar y aplicar el concepto. Uno de ellos es el de los llamados "comunes urbanos", un tipo de comunes que tampoco disponen de una definición o unos límites claros y compartidos por las personas que los investigan.


2.- INTRODUCCIÓN A LOS COMUNES URBANOS.

Como se comentó anteriormente, los comunes son un campo de estudio actualmente caracterizado por una impresionante multiplicación de las investigaciones. Un aumento que parece globalizarse a partir de la última crisis del capitalismo iniciada en 2007, pero que ya partía de un contexto de creciente interés sobre el tema: según un estudio en el que participó Elinor Ostrom, en el periodo 1985-2005 se publicaron unos 10.000 artículos académicos sobre los comunes, los recursos comunes o la propiedad comunal. Un dato que no es solo relevante en términos cuantitativos, sino también por la enorme transversalidad disciplinar del concepto, que está siendo estudiado desde campos como la economía, el activismo, las políticas públicas, la antropología, la sociología, la historia, la ecología o el urbanismo.

Estamos, por tanto, en un momento de estudio y aprendizaje del pasado y del presente de los comunes; de intentos de actualización conceptual y de identificación y descripción de los nuevos comunes o comunes emergentes; de preguntas por su papel en realidades que nunca se tomaron o reclamaron como comunes; y de entendimiento de muchos procesos urbanos desde su lectura a partir del concepto de "nuevos cercamientos".

Dentro del estudio de los comunes, una de las vías de investigación que se han ido consolidando desde comienzos del siglo XXI es la de los llamados de forma general comunes urbanos, aunque algunos trabajos los identifican también como comunes vecinales o los dividen en subcategorías como vecinales, infraestructurales o culturales.

Aunque hay un cierto consenso en cuanto a algunos de los tipos de comunes que pueden ser considerados comunes urbanos (entre los que se encontrarían, por ejemplo, los casos recogidos en la exposición CIUDAD DE LOS COMUNES), las posibles lecturas de estas primeras categorizaciones no están desde luego cerradas. En cierta manera, es evidente que tras el gran proceso de urbanización mundial es en las ciudades donde se concentra una mayor parte de la población y, por tanto, donde se pueden detectar procesos identificables con los comunes denominados "tradicionales", pues, aunque materializándose de forma diferente, lo humano y por tanto lo común no son una realidad solo vinculada a los territorios sub-industrializados.

Uno de los principales temas de debate sobre los comunes urbanos es sin duda la cuestión de la escala, pues se identifica como uno de los factores críticos a la hora de pensar la viabilidad de la gestión de los comunes. El problema fundamental es que las condiciones de la vida en las ciudades hacen que las estructuras sociales y los recursos disponibles sean radicalmente diferentes a los descritos en los comunes denominados tradicionales o vinculados a la naturaleza. Como siempre recuerda César Rendueles, la densidad de las relaciones humanas necesaria para la autogestión colectiva de un común es un parámetro que se difumina al aumentar la escala, de ahí que exista un debate importante sobre cómo abordar de forma práctica la consideración de comunes de procesos de escala urbana, regional e incluso global.


2.1.- TIPOS.

Aunque todos los tipos de comunes descritos en la abundante bibliografía existente sobre el tema pueden acabar teniendo repercusiones y materializaciones en la ciudad, a la hora de pensar los comunes urbanos desde la perspectiva arquitectónica y urbanística se puede partir inicialmente de los comunes materiales o, más bien, de las materializaciones arquitectónicas y urbanísticas que pueden implicar los comunes. Desde este punto de partida, se pueden clasificar estas materializaciones en los siguientes tipos según su escala:

  • Objetos, espacios y edificaciones.

    La escala de las cosas, de la arquitectura, de la parcela y de las otras categorías espaciales delimitables. Una escala en la que los comunes se materializan prácticamente como dotaciones o equipamientos que, en lugar de estar gestionados por el estado o ser un servicio privado, se autogestionan por parte de comunidades locales. Es la escala en la que más casos se han documentado, pues es aquella en la que la autogestión ha logrado encontrar intersticios urbanos sin competencia del mundo formal o espacios de negociación con las administraciones públicas locales para desarrollarse, además de ser una escala asumible para las formas de autoorganización más directas y sin necesidad de una gran sofisticación.

    Sus usos son variados. Como espacios construidos se puede destacar, por una parte, la vivienda (cooperativas, ocupaciones, cesiones de uso, masovería urbana, etc.) y por otra, los usos docentes, culturales y, sobre todo, por su generalización global, los centros sociales autogestionados (formales u okupados). En cuanto a los espacios libres, se pueden mencionar las huertas y jardines comunitarios, las pistas deportivas, las zonas de juego infantil, o las aportaciones y transformaciones populares de espacios públicos.

    Una cuestión reseñable es que no es necesario que exista una materialización fija o reconocible para que existan estos comunes, pues perfectamente una red de cuidados o de crianza comunal puede desarrollarse en diferentes espacios multifuncionales desconectados y utilizados de forma común temporalmente, como las viviendas de las personas usuarias. Así mismo, también se puede dar el caso de que los comunes sean un momento efímero de los espacios públicos, como sucedió el 15-M o en otras acampadas populares que transformaron temporalmente en comunes muchos espacios de titularidad y uso público.

    Por último, también es necesario remarcar que todos los componentes de los comunes urbanos (recursos, comunidades, formas de gestión y conflictos) son siempre particulares e imbricados en una realidad urbana determinada: un lugar, un barrio, una ciudad y un territorio concreto. Así, el contexto urbano forma parte de la máquina sociotécnica que compone cada uno de los comunes urbanos de esta escala. Un contexto que incluye la forma o la densidad urbana, pero también la historia, las normativas que definen y materializan lo público y lo privado, el grado de cohesión o de desigualdad social, el nivel de dotación de equipamientos y servicios públicos, etc.

    Todo aquello que determina de alguna manera las posibilidades de que exista y se sostenga lo común, incluyendo, por supuesto, también el grano fino de lo social: las redes vecinales de apoyo y cuidado mutuo, los conocimientos y costumbres establecidas en el territorio o las formas y grados de politización de los vecinos y vecinas, una cuestión esta última que explica, en los casos en los que no es la necesidad vital el eje articulador de los procesos de comunalización, la voluntad de organización de la gente en comunidades de sostenimiento de muchos de los comunes urbanos identificados.

  • Ámbitos acotados e identificables.

    Más allá de esta primera escala, existen también algunos casos de mayor complejidad, la mayoría más singulares y contemporáneos, pero sobre los que se puede pensar también de forma concreta: desde los pequeños núcleos reconvertidos en comunes temporalmente o de forma continua, ya sea habitados como el caso de Cans en O Porriño (que desde 2004 se transforma durante unos días al año para acoger un festival de cortometrajes en el que las viviendas y sus espacios privados se transforman en ámbitos de actividad pública) o el de Marinaleda (que desde 1979 experimenta en diversos campos de lo común, desde la agricultura a la producción colectiva de vivienda); o deshabitados como el pueblo de Fraguas en Guadalajara (que desde 2013 acoge un ilusionante proceso de repoblación popular que está siendo duramente reprimido por la violencia estatal); hasta los casos de barrios o grandes ámbitos urbanos también reconvertidos en comunes, como el antiguo polígono industrial de Can Batlló en Barcelona (que desde 2011 se ha ido consolidando como espacio vecinal autogestionado en el que conviven múltiples proyectos: residenciales, culturales, sociales, docentes, etc.) o como el barrio de Errekaleor en Vitoria-Gasteiz (que desde 2013 se ha transformado en un barrio autogestionado y autosuficiente energéticamente donde ya viven más de cien personas).

    Ejemplos de esta escala, aunque de nuevo muy diferentes en otros aspectos, también se pueden encontrar en otros lugares próximos, como la ZAD (zona a defender) de Notre-Dame-des-Landes cerca de Nantes (que desde 2009 acoge un proceso de defensa popular ante el proyecto de un nuevo aeropuerto y de construcción de una comunidad autogestionada donde la producción agrícola tiene un peso muy relevante), y también con orígenes más lejanos, como el barrio de Exarchia en Atenas (que desde 1973 acoge numerosos proyectos de autogestión que lo han convertido en una referencia a nivel global) o como la Ciudad libre de Christiania en Copenhague (que desde 1971 es un barrio parcialmente autogobernado donde viven unas mil personas que en los últimos años han comenzado un proceso de compra de sus terrenos para mantener su uso comunal).

    Ejemplos muy diferentes en cuanto a sus procesos, historias, grados de "comunalización" y formas de relación con las administraciones públicas, pero que representan un pequeño pero cualitativo salto de escala para las experiencias de comunes urbanos, pues implican al menos una unidad de identidad, un lugar que excede la singularidad del edificio o la parcela en un instersticio de la ciudad para ser un ámbito reconocible del territorio. Que tiene por tanto otra complejidad funcional y de gestión y que, en buena parte de los casos, aspira a una progresiva autonomía con respecto a su exterior determinado por la lógica capitalista y estatal.

  • Sistemas urbanos.

    El siguiente salto de escala sería el de los sistemas urbanos distribuidos por todo el territorio de la ciudad. La escala de la ciudad-metrópolis y del urbanismo y la ingeniería. Los sistemas de redes, infraestructuras y servicios normal o idealmente públicos. Se trata de los espacios públicos en general (calles, plazas, parques, equipamientos, etc.), las redes e infraestructuras urbanas (energía, agua, comunicaciones, etc.), los sistemas de transporte colectivo o los servicios públicos fundamentales como la sanidad o la educación. En este caso, la bibliografía aborda más bien las conceptualizaciones teóricas, no la descripción de casos concretos donde estos sistemas urbanos se puedan considerar comunes.

    Solo uno de los usos varias veces señalado responde normalmente, de formas muy parciales pero constantes, a los parámetros que caracterizan a los comunes: el caso de los vertederos y de la recolección y gestión autónoma de los residuos urbanos, pues sí es una actividad que funciona como un recurso común en muchas ciudades (tanto en la escala de la supervivencia como en la de las microeconomías precarias) y sí está, además, sufriendo auténticos procesos de cercamiento por parte del mercado y del estado desde hace años, sobre todo desde que la sostenibilidad entró a formar parte de las agendas políticas locales, pero formulada desde una idea muy limitante de la eficacia y cada vez más presionada por el proceso de privatización de los servicios urbanos.

    Pensar en los sistemas urbanos como comunes implica responder a las demandas populares más prioritarias, a las cuestiones que corresponden normalmente a lo público, como la sanidad, la educación, la movilidad, la energía o la vivienda masiva. Sobre algunos de estos temas ya existen reflexiones y casos reales, como el de la producción energética, que tanto a escala urbana (Barcelona en la actualidad), como a escala barrio (central térmica de Orcasitas desde 1980), ya cuenta con ejemplos consolidados e incipientes.

    Desde la arquitectura y el urbanismo es necesario pensar en otras múltiples realidades entendibles como comunes urbanos desde esta escala sistémica, cuestiones más debatibles pero que intenten abrir el panorama de lo imaginable, como el caso de los grafitis y pintadas (los muros como comunes urbanos para la comunicación informal en la ciudad), o como los descampados y otros tipos de espacios libres y edificados sin usos formales, por ejemplo, que pueden ser el lugar de un común urbano particular, pero pueden ser también entendidos como sistema cuando se analizan desde la escala metropolitana y en conjunto: como la red de espacios en reserva, sin competencia del mundo formal y donde lo común pueda surgir de forma autónoma como ya sucede en la actualidad en tantos casos.

  • Elementos y sistemas naturales.

    La escala del territorio, la geografía o la planificación territorial. Muchas veces asociados a una idea de naturaleza como pura exterioridad únicamente en contacto con "lo rural", pero con evidentes relaciones con lo urbano en términos ecosistémicos, históricos y funcionales. No parece tener mayor sentido considerar los recursos comunes llamados "tradicionales" o "naturales" como algo ajeno a la ciudad, como si estas no necesitaran agua, alimentos o energía aunque se produzcan a kilómetros de distancia de sus límites administrativos. El aire, el agua, los campos agrícolas, los bosques o los bordes litorales también sufren procesos de cercamiento que determinan la posibilidad y la calidad de vida en las ciudades, por lo que, aún tomando todas las precauciones posibles ante la perspectiva colonizadora de la metrópolis sobre el territorio donde se encuadra, también deben estudiarse desde la perspectiva de los comunes urbanos.

  • La ciudad al completo.

    Otra de las perspectivas recogidas en algunos de los trabajos consultados es el entendimiento de la ciudad al completo como común urbano. A partir de la reflexión de Negri y Hardt sobre la ciudad como fábrica del siglo XXI ("la metrópoli es a la multitud lo que la fábrica era a la clase obrera"), son varixs lxs autorxs que analizan la ciudad como un común en sí mismo, pues produce valor en su conjunto de forma común; por ejemplo, el ambiente urbano generado en cada ciudad por sus habitantes y actividades y que, al atraer personas y capitales, genera economías que no repercuten casi nunca en el común sino en actores y sectores muy concretos.


2.2.- USOS.

Además de la cuestión de la escala, desde una visión general de los casos identificados como comunes urbanos se dan otras diferencias con los comunes tradicionales. Una de ellas atañe a los usos que se materializan en forma de comunes, que por norma general tienen un carácter no sustancial para la vida y la supervivencia a diferencia de los del pasado, pero que, sobre todo, parecen limitarse normalmente a los usos considerados reproductivos (ocio, educación, cultura, deporte, vivienda, etc.), quedando en un plano aún alejado el de los usos productivos, es decir, el de la comunalización de medios de producción.

Así, aunque es cierto que muchas de las experiencias identificadas como comunes sí son fundamentales para la vida, como las redes de cuidados, el debate que se plantea en varios de los trabajos consultados es el de cómo iniciar y sostener comunes que formen parte de economías alternativas en cualquier sector, desde la producción alimentaria a la micro-industrial o a los servicios.

Las barras de bar con las que se financian multitud de centros sociales autogestionados en todo el mundo, o la producción agrícola y las experiencias comerciales existentes en muchos de los casos mencionados de comunes de escala "ámbito acotados e identificables", son el grado cero de lo imaginable en términos económicos, pero suficiente para sostener una gran cantidad de prácticas comunes de una forma eficaz. La cuestión que se plantea es que la dificultad para que los comunes logren dar un salto de escala está íntimamente relacionada con que otros usos y actividades requerirán un mayor grado de recursos de todo tipo (técnicos y sociales, pero también económicos) para poder ser desarrolladas y gestionadas de forma comunitaria.


2.3.- CONDICIÓN EMANCIPADORA.

Otro de los debates que ha surgido en los últimos años es el de la definición de la condición emancipadora de los comunes. Se han descrito casos en los que, por ejemplo, se plantea el debate en torno al cierre de pasajes para crear comunidades residenciales cerradas como respuesta a la falta de seguridad de lo público, es decir, la comunalización de un "servicio" demandado que no es resuelto por lo público. Aún aceptando que la seguridad sea considerada un recurso, reconociendo que existe una comunidad que lo autogestiona ante la falta de alternativas, así como un modo gestión que podría cumplir las condiciones de los comunes (democracia, sostenibilidad, etc.), no parece que pueda considerarse de ninguna manera una acción en favor del interés general sino todo lo contrario, por lo que es preciso definir los comunes, quizás no tanto en función de sus objetivos abstractos, sino también respecto a su exterior.

En este sentido, también puede ser muy explicativa una cuestión señalada por Karl Linn hace ya veinte años cuando, tras décadas estudiando los jardines comunitarios, comenzó a pensar y a describir los potenciales efectos gentrificadores de las prácticas activistas y de los procesos de construcción y gestión colectiva de la ciudad que habían experimentado algunos de estos lugares.

Aunque estos debates sean de una gran relevancia y, como se mencionó anteriormente, estemos en un momento de cuestionamiento y estudio de los comunes urbanos, lo cierto es que se puede afirmar que existe una gran esperanza política en el concepto de común frente al sistema de vida dominado por las ideas y dialécticas público-privado y estado-mercado tal cual se materializan en la actualidad.

Desde la perspectiva urbana, lo común puede entenderse como una alternativa o como un complemento a estas realidades ya agotadas o, al menos, limitadas en cuanto a sus capacidades para vehicular procesos de emancipación general, y ante las que los comunes pueden ser una herramienta para avanzar en la conquista del derecho a la ciudad. Una opción además ilusionante, entre otros motivos, por disponer de un pasado que invita a considerar también su posibilidad de un futuro, y por el hecho de que, como no es habitual, se ha producido una confluencia entre los intereses de los movimientos sociales y la academia, fundamentalmente, pero también de ciertas instituciones que contemplan la posibilidad de iniciar el desapego (siempre parcial y limitado) del capitalismo global que condiciona hoy casi todas las esferas humanas y urbanas.


2.4.- TITULARIDAD-PROPIEDAD.

Otro tema de interés desde la perspectiva urbanística es el de la titularidad del suelo, pues los comunes urbanos identificados siempre se encuentran en suelos públicos o privados a los que acceden a través del pago de un alquiler (libre o social), una cesión pública o privada, la propiedad o la ocupación, okupación, apropiación o liberación autónoma. Ninguno de los casos de comunes urbanos se encuentra en suelos de titularidad comunal, es decir, salvo los casos de comunes considerados tradicionales y que han sido reconocidos en la legislación (como los montes vecinales en mano común), no hay una correspondencia entre la titularidad catastral o la categorización urbanística o legal de los suelos y los comunes urbanos.

Aunque los comunes están surgiendo igualmente, es una de las cuestiones que se podrían abordar desde disciplinas como el urbanismo y el derecho. Entre otras cosas, porque es posible que una de sus condiciones básicas, la que determina que un común solo lo es mientras es hecho común por una comunidad, sea una consecuencia de la falta de estabilidad de los espacios en donde se desarrollan en términos de titularidad, ya que no es así en algunos casos tradicionales como los montes vecinales en mano común, donde sí hay un marco legislativo que caracteriza a sus suelos de una forma diferencial y estable en el tiempo.

Aún siendo las ideas en torno a sus componentes y condiciones las que marcan de una forma más profunda la mayoría de reflexiones sobre los comunes y los comunes urbanos, la imaginación de protocolos legales y herramientas jurídicas para definir el estatus de los comunes en términos de propiedad es una cuestión interesantísima. En este sentido, destacamos el artículo Procomún, propiedad y comunidades de Rubén Martínez (y el fantástico debate surgido en sus comentarios) como uno de los ejemplos de investigaciones que ponen en el centro la utilización de los comunes para repensar un concepto tan consolidado como el de la propiedad.


2.5.- ARQUITECTURA-URBANISMO.

La arquitectura y el urbanismo forman parte de la máquina de cada uno de los casos de comunes urbanos desde varios planos y campos de relación. Esta vinculación ya está siendo trabajada en los últimos años, por ejemplo, por la red Arquitecturas Colectivas y otras organizaciones populares o profesionales. En este sentido, aunque siempre hay también más interés y reflexión que el aparente por el diseño arquitectónico y la forma urbana (en términos de apertura y generosidad pública, de urbanidad material, etc.), las dos cuestiones más trabajadas hasta el momento han sido quizás las técnicas constructivas y la relación con las normativas urbanísticas y los marcos legales establecidos.

La experimentación con las técnicas constructivas ha sido fundamental para posibilitar los procesos de autoconstrucción o de rehabilitación de edificaciones abandonadas por parte de las comunidades implicadas, así como para hacer frente a las restricciones del marco de las economías populares de la autogestión, a las exigencias de sostenibilidad ambiental y energética, o a la necesidad de reconocimiento de los tiempos diversos de la construcción de los comunes, tanto en términos de las posibilidades populares, como de la relevancia de la vida-mantenimiento de estos espacios para su sostenibilidad. Por su parte, la relación con las normativas urbanísticas y los marcos legales ha tenido como ejes tanto la utilización o el acoplamiento a los límites existentes, como su subversión o la imaginación de nuevas regulaciones para ampliar el campo de lo posible.

Desde la perspectiva urbana, todo parece indicar que no se trata de volver a imaginar comunidades aisladas de residencia y producción tipo falansterio o nuevos barrios o ciudades desde la lógica moderna simplemente actualizada con las premisas medioambientales y comunitarias hoy aceptadas. Se trata más bien de trabajar con lo que hay y, a partir de ahí, pensar qué pueden aportar la arquitectura y el urbanismo a la transición desde los comunes dispersos e independientes a la ciudad de los comunes, es decir, imaginar cómo cambiar de escala desde la de los proyectos recogidos en la exposición que da origen a estas notas a la de las áreas metropolitanas contemporáneas. Reconociendo los avances ya realizados en cuanto a una hipotética arquitectura de los comunes, es necesario ampliar la reflexión hacia qué podría ser por su parte un urbanismo de los comunes, un urbanismo que reconozca y ayude a consolidar los existentes y que fomente el surgimiento de nuevos comunes.

Un urbanismo que, en definitiva: a) ayude a justificar la cesión de cotas de poder y espacios para lo común por parte de lo público; b) imagine normativas en las que lo privado ceda también derechos frente a lo común, al menos ante la infrautilización o el abandono; c) participe en la consolidación jurídica de lo común desde la perspectiva de la propiedad del suelo y los elementos inmuebles; d) estudie cómo surgen hoy los espacios sin competencia del mundo formal (sin interés ni para lo público ni para lo privado) donde muchas veces se desarrollan los comunes, para fomentar su aparición; y e) ayude a legitimar técnicamente cada uno de los procesos de lo común cuando se produzcan, sea cual sea su situación, escala o naturaleza.


3.- CASOS.

Tanto en la línea del tiempo como en la bibliografía recopilada se incluyen dos casos concretos de comunes que pueden ofrecer algunas claves importantes para pensar el presente y el futuro de los comunes urbanos.

Por una parte, el caso del reconocimiento de los bienes comunes en Italia, un proceso desarrollado de forma intensa desde comienzos del siglo XXI y del que se pueden extraer conclusiones muy relevantes a partir de la relación entre los procesos administrativos y legislativos y las prácticas populares autónomas que han hecho posible este reconocimiento en la actualidad. Por otra parte, el caso de los montes vecinales en mano común en Galicia, una realidad con un recorrido histórico más amplio y muchos temas de interés, pero en el que este primer acercamiento se centrará en la singularidad que representa a nivel de la propiedad la relación entre el recurso comunalizado y la residencia de las personas que conforman la comunidad.


3.1.- LOS BIENES COMUNES EN ITALIA.

En los últimos años, Italia se está convirtiendo en una referencia a nivel global en cuanto al reconocimiento de los comunes urbanos por parte de las administraciones públicas locales, especialmente a partir de los casos de Bolonia y Nápoles.

El proceso que ha propiciado este contexto actual tiene un primer hito importante en 2001 con la aprobación de una modificación de la constitución italiana en la que se establece el principio de subsidiariedad para el desarrollo de actividades de interés general, una cuestión con profundas implicaciones, en tanto considera por primera vez que no solo el estado responde al interés general, sino que también las actividades ciudadanas pueden cumplir esa máxima. Unos años más tarde, entre 2007 y 2008, se desarrolla la Comisión Rodotà para la modificación de las normas del código civil sobre bienes públicos, en la que se avanza en la definición y reconocimiento de los bienes comunes. Por último, en 2011 se produce otro punto de inflexión con la victoria en el referéndum a favor del agua como bien común.

A partir de este momento comienzan diferentes procesos de reconocimiento de los bienes comunes urbanos en algunas ciudades italianas, destacando especialmente los casos de Bolonia y Nápoles.

En el caso de Bolonia, se trata de un proceso derivado de la colaboración durante años entre el Labsus (Laboratorio per la sussidiarietà) y el Ayuntamiento de Bolonia, que acabaría con la aprobación en 2014 de una innovadora Regulación sobre la Colaboración entre Ciudadanos y Ayuntamiento para el Cuidado y la Regeneración de Bienes Comunes Urbanos.

En el caso de Nápoles, el proceso surge por la confluencia de dos factores: por una parte, la llegada de un nuevo equipo de gobierno, encabezado por el alcalde Luigi de Magistris, con un interés claro en la cuestión de los comunes (los bienes comunes o el derecho a la ciudad siempre han formado parte de la denominación de alguna de sus concejalías y una de sus primeras acciones de gobierno fue la puesta en práctica inmediata del resultado del referéndum con la municipalización del agua en la ciudad); y por otra, la existencia de un tejido activista y de centros sociales autogestionados muy consolidado junto al hecho concreto de la ocupación del antiguo Asilo Filangieri en marzo de 2012. El caso de Nápoles es muy interesante porque a través de los documentos públicos del ayuntamiento se puede seguir el impresionante proceso de innovación jurídica que se desarrolló en el periodo 2012-2018, una batería de resoluciones municipales (una al año durante seis años consecutivos) que, a partir del reconocimiento del nuevo centro social L’Asilo como bien común, acabó permitiendo la elaboración y aprobación de un nuevo marco normativo para el reconocimiento y el fomento de los bienes comunes urbanos.

Aunque ambos casos tienen limitaciones y han recibido críticas y sugerencias de mejora, representan sin duda un salto cualitativo fundamental en el camino hacia el pleno reconocimiento de los comunes urbanos, tanto desde la perspectiva de sus implicaciones para los comunes concretos de las escalas más pequeñas (espacios, edificios y ámbitos reducidos), como para el avance en la imaginación de instrumentos jurídicos con los que reconocer también la condición y la escala sistémica de los comunes en la ciudad.


3.2.- LOS MONTES VECINALES EN MANO COMÚN EN GALICIA.

Aunque hay otros casos cercanos que podrían servir como ejemplo de la continuidad y del estado actual de los comunes denominados "tradicionales", el de los montes vecinales en mano común en Galicia (MVMC) es uno de los que cuentan con un importante recorrido histórico y un rico ecosistema de comunidades, trabajos de investigación y producción legislativa asociada.

Desde la aprobación de la ley de montes vecinales en mano común en 1968 (el mismo año en el que Hardin publicaba el famoso artículo La tragedia de los comunes) o la publicación del libro O monte é noso en 1979, se han ido desarrollando una importante cantidad de leyes, investigaciones y proyectos alrededor la gestión comunal de los montes, una realidad con siglos de historia cuyo origen parece situarse en el derecho germánico introducido a partir de las invasiones del siglo V y el posterior reino suevo de Gallaecia.

En la actualidad se trata de un fenómeno muy diverso, con una enorme casuística en cuanto a sus formas de gestión y situaciones particulares. Estas notas no pretenden abordar esta heterogeneidad o hacer un recorrido histórico o una descripción detallada del estado actual de los MVMC en Galicia, pero sí es necesario mencionar que su realidad hoy en día no es desde luego la misma que la desarrollada durante siglos y que lleva a las investigaciones sobre los comunes a considerarlos como un caso de común "tradicional".

Una realidad sostenida durante siglos de forma cosuetudinaria comienza a requerir la promulgación de leyes y la realización de investigaciones precisamente porque su papel social cambia enormemente desde la segunda mitad del siglo XX. Piénsese que, junto al minifundismo y la producción agroganadera para el autoconsumo, el monte representaba el elemento de mayor escala que era compartido por los habitantes de un lugar para proveerse de alimentos, abonos y madera para leña o para la construcción; una relación total entre la población y el ecosistema que se sintetizaba en la parroquia como unidad territorial básica, que contenía a los MVMC y que materializaba esa relación, así como la del cuerpo humano y el territorio (su dimensión superficial estaba basada en la productividad del suelo y en las distancias recorribles a pie por los humanos). Así pués, de ser una pieza clave de la máquina habitacional en Galicia, se pasa a una situación en la que, por muchos motivos relacionados con los modos de vida de la sociedad industrial y post-industrial, los MVMC se convierten en lugares productivos y de ocio para cuya gestión las comunidades vecinales se tienen que adaptar e inventar cada día nuevas formas de aprovechamiento y disfrute comunal.

Como última anotación histórica y contextual, es preciso señalar que, al igual que casi todos los casos de comunes descritos en la bibliografía consultada, los MVMC también son un fenómeno constantemente amenazado por procesos de cercamiento impulsados tanto por el estado como por el mercado. Una situación que en este caso es dramática, no solo porque las propias legislaciones contengan huecos que siguen permitiendo los procesos de individuación o apropiación privada o pública de los MVMC, sino por el grave momento histórico del sistema forestal gallego en general, marcado por una expansión radical del cultivo de eucalipto y por los graves incendios que se producen cada año ante la falta de cuidados y gestión de los montes.

Una vez resumido el contexto de la cuestión, respecto a los MVMC, el tema quizás más interesante desde la perspectiva de una investigación sobre los comunes urbanos es el referido a su propiedad: a su condición colectiva y, sobre todo, a la relación entre la co-propiedad y el habitar un lugar concreto del mundo.

El título preliminar de la ley vigente define claramente los términos de esta cuestión, estableciendo que los MVMC son "bienes indivisibles, inalienables, imprescriptibles e inembargables" cuya propiedad es "de naturaleza privada y colectiva", siendo su titularidad del conjunto de los vecinos y vecinas "con casa abierta y residencia habitual en las entidades de población a las que tradicionalmente hubiese estado adscrito su aprovechamiento", y explicitando, además, que esta comunidad a la que se hace referencia estará compuesta por los vecinos y vecinas "que la integren en cada momento".

Por una parte, es evidentemente muy destacable la figura de la "propiedad privada colectiva", un concepto que materializa una de las diferencias fundamentales entre los MVMC y otras formas de montes comunales integrados en el patrimonio público municipal, pero que, sobre todo, llama enormemente la atención porque en la concepción popular de la propiedad hay una absoluta sobrerrepresentación de la simplificación público-privado. Para empezar a experimentar con nuevas formas de propiedad de los comunes urbanos no habría ni que inventar nuevos conceptos jurídicos.

Por otra parte, la ley también reconoce la posibilidad de establecer normas y derechos para colectivos territorializados, pero no en base a delimitaciones administrativas formales, ya que las parroquias, aldeas o lugares a los que se reconoce no tienen un carácter oficial del mismo rango que los municipios, las provincias o las comunidades autónomas. Es por tanto posible establecer el aprovechamiento de recursos en unidades sub-municipales, incluso informales administrativamente, una cuestión de enorme interés a nivel de los comunes urbanos de cualquier escala.

Por último, es fundamental el hecho de que la propiedad recaiga casi más en una vivienda que en una persona concreta, que sea quien vive en cada momento cerca del recurso quien adquiere el derecho de utilizarlo y gestionarlo, una cuestión absolutamente radical en la actualidad y bajo cualquier grado o forma de capitalismo. En un momento en el que términos como globalización, deslocalización, financiarización, externalización o digitalización definen cada día más la realidad económica y social, la posibilidad de establecer un vínculo formal directo entre residencia, territorio y co-propiedad parece una cuestión con múltiples potencialidades a imaginar. Y con sensibles repercusiones en temas como el avance democrático (por su impacto en la responsabilización y en el poder de decisión sobre el entorno de cada persona) o la redistribución (por la reconfiguración total que implica para conceptos como el de especulación o el de herencia).

Frente a la desvinculación total entre la propiedad de las cosas y la vivencia o cercanía a ellas de las personas propietarias, con todas las repercusiones materiales que implica la toma de decisiones desde la lejanía, una de las grandes herramientas que se podrían incorporar a los comunes urbanos desde la experiencia de los MVMC es la correspondencia directa entre la condición de co-propietario de un recurso común y la de habitante de un lugar determinado conectado con ese recurso.







BIBLIOGRAFÍA
Documento de trabajo  |  Versión 2  |  Febrero de 2020  |  Ergosfera



Recopilación de las referencias bibliográficas y otros documentos representados en la línea del tiempo, tanto sobre los comunes en general, especialmente sobre los llamados comunes urbanos, como sobre los casos concretos de los bienes comunes en Italia y de los montes vecinales en mano común en Galicia. Las referencias se presentan según el estilo Chicago y en orden cronológico inverso.





GENERAL CASO ITALIANO CASO GALLEGO






BIBLIOGRAFÍA GENERAL


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1993


1991


1990


1987


1968


1867







BIBLIOGRAFÍA
SOBRE EL CASO DE LOS BIENES COMUNES EN ITALIA



Recopilación del cuerpo legal y normativo que materializa el reconocimiento público de los bienes comunes en Italia, especialmente, en los casos de las ciudades de Nápoles y Bolonia: desde leyes constitucionales o reglamentos y resoluciones municipales, hasta normativas elaboradas de forma colectiva por iniciativa popular.


Italia    |    Nápoles    |    Bolonia


2017

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 458 del 10/08/2017. 1. Individuazione e approvazione delle linee di azioni per valorizzazione a fini sociali dei beni di propietà comunale. 2. Approvazione degli indirizzi per l’uso temporaneo di spazi aperti e di inmobili di propietà comunale. 3. Individuazione dei soggetti organizzativi, delle competenze e delle procesure per la costruzione, la definizione e l’attuazione di progetti pilota.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 458 del 10/08/2017. 1. Identificación y aprobación de las líneas de acción para la mejora de los bienes inmuebles municipales con fines sociales. 2. Aprobación de las directrices para el uso temporal de espacios abiertos y de inmuebles de propiedad municipal. 3. Identificación de entidades (ONG, empresas, empresas sociales, etc.) encargados de la organización, competencias y procedimientos para la construcción, definición e implementación de proyectos piloto.

2016

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 446 del 01/06/2016. Ricognizione ex deliberazione di Consiglio Comunale n.º 7/2015. Individuazione di spazi di rilevanza civica ascrivibili al novero dei beni comuni. Comunicazione al Consiglio Comunale.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 446 del 01/06/2016. Reconocimiento de conformidad con la resolución n.º 7/2015. Identificación de espacios de importancia cívica atribuibles a la categoría de bienes comunes. Comunicación a la asamblea del Ayuntamiento.

2015

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 893 del 29/12/2015. Edificio facende parte del Complesso di San Gregorio Armeno denominato ex Asilo Filangieri sito in Vico Maffei 18. Individuazione quale spazio di uso collettivo e comune.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 893 del 29/12/2015. Edificio que forma parte del complejo San Gregorio Armeno llamado antiguo Asilo Filangieri ubicado en Vico Maffei 18. Identificación como espacio de uso colectivo y común.

  • L’Asilo. Dichiarazione d’uso civico e collettivo urbano dell’Ex Asilo Filangieri. Elaborata collettivamente durante un tavolo di lavoro pubblico tenuto ogni settimana da maggio 2012 a dicembre 2015.
    L’Asilo. Declaración de uso cívico y colectivo urbano del antiguo Asilo Filangieri. Elaborada colectivamente durante una mesa de trabajo pública celebrada todas las semanas desde mayo de 2012 hasta diciembre de 2015.

2014


2013

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 17 del 18/01/2013. [Proposta al Consiglio. Approvazione del Regolamento] (Approvazione dei principi) per il governo e la gestione dei beni comuni della città di Napoli.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 17 del 18/01/2013. [Propuesta al Consejo. Aprobación del Reglamento] (Aprobación de los principios) para la gobernanza y gestión de los bienes comunes de la ciudad de Nápoles.

2012

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 400 del 25/05/2012. Linee di indirizzo per la destinazione del complesso di San Gregorio Armeno, denominato ex Asilo Filangieri, situato in via Maffei n. 4, a luogo con utilizzo complesso in ambito culturale, nonché como luogo di sperimentazione della fruizione, dei proccesi di elaborazione della democrazia partecipata nell’ambito della cultura, intesa come bene comune e come diritto fondamentale dei cittadini.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 400 del 25/05/2012. Pautas para el destino del complejo San Gregorio Armeno, llamado antiguo Asilo Filangieri, ubicado en Via Maffei n. 4, como un lugar de uso complejo en el ámbito cultural, así como un lugar de experimentación de usos, de procesos de elaboración de la democracia participativa en el ámbito de la cultura, entendida como bien común y como derecho fundamental de los ciudadanos.

2011

  • Comune di Napoli. Delibera di Giunta n. 740 del 16/06/2011. Individuazione e approvazione di alcuni principi in tema di concezione dell’acqua come bene comune e indirizzo per la transformazione dell’Arin S.p.A. in soggetto di diritto pubblico.
    Ayuntamiento de Nápoles. Resolución del Consejo n. 740 del 16/06/2011. Identificación y aprobación de algunos principios sobre la concepción del agua como bien común y pautas para la transformación de Arin S.p.A. en entitad (empresa) pública.

2001







BIBLIOGRAFÍA
SOBRE EL CASO DE LOS MONTES VECINALES EN MANO COMÚN EN GALICIA



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1989


1980


1979

  • CIES (Círculo de Información e Estudos Sociais). O monte é noso. Vigo: Galaxia, 1979.

1968


1966







* Esta página web fue publicada el 3 de enero de 2020 y su última actualización se realizó el 31 de agosto de 2020.